Diócesis de Chiclayo
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ESCUDO DEL OBISPO

En Él todos somos Uno


ESCUDO EPISCOPAL DE MONS. ROBERT PREVOST


Por: P. Fidel Purisaca Vigil


Es una tradición de larga data en la Iglesia Católica que cada Obispo tenga un “escudo” compuesto por el escudo mismo, el lema y los adornos externos, elegidos para representar simbólicamente algunos aspectos del hombre que ha sido llamado a servir a la Iglesia como Obispo. De acuerdo a las costumbres de la heráldica eclesiástica, el lado izquierdo de la figura (como lo vemos, porque es el “lado derecho” del que se llevaba el escudo, el empalamiento derecho”) se dedica a la jurisdicción territorial en el cual sirve el Obispo. En el caso del escudo de armas de Monseñor Prevost, nos encontramos con una blanca “flor de lis” sobre un fondo azul, que representa a la Virgen María bajo la advocación de la “Inmaculada Concepción”, que es la Patrona de la Diócesis de Chiclayo. El lado derecho de la figura (el empalamiento siniestro”) es habitualmente indicativa de la persona que se nombra Obispo. En el escudo de armas de Monseñor Prevost, nos encontramos con el sello de la Orden de San Agustín, lo que indica claramente la comunidad religiosa de la que el nuevo Obispo fue llamado a servir. Esto es particularmente importante ya que antes de ser llamado al episcopado, Monseñor Prevost sirvió como Prior General de la Orden de San Agustín durante doce años. Debajo del escudo, vemos el “desplazamiento”, que lleva las palabras escogidas como lema episcopal de Monnseñor Roberto. En este caso, las palabras latinas son “In Illo uno unum”. Los símbolos que quedan en el escudo incluye el sombrero verde eclesiástico y las seis borlas en tres filas a cada lado del escuda (la insignia heráldica de un Obispo), y una cruz procesional de oro que se extiende por encima por debajo del escudo, indicando que es la cruz de Cristo que todos los cristianos están llamados a tomar y a llevar a medida que avanzamos en la vida de fe.


EN CRISTO EUCARISTÍA, SOMO UNO


Por: P. Fidel Purisaca Vigil

Hace pocos meses que Su Santidad Francisco nombró Obispo de Chiclayo a Mons. Robert Prevost. Diversos han sido los acontecimientos que como Iglesia local se han ido desarrollando en este corto tiempo. Nos aprestamos a celebrar un año más la Fiesta de Corpus Christi, que públicamente se viene celebrando en la ciudad de Chiclayo desde la década del 70. Ahí expresamos, de distintos modos, nuestro culto de adoración a Jesucristo Eucaristía, presente en las especies sacramentales del plan y del vino. Él se queda con nosotros haciéndose alimento, realidad viva de amor que se hace expresivamente en la vida de todos nosotros. Quienes conformamos la Diócesis, hemos de agradecer a Dios porque nos da Pastores que nos ayudan a seguir testimoniando el verdadero amor de Cristo en los hermanos. A este propósito, evocaba la imagen del Escudo episcopal de nuestro Obispo de Chiclayo, en el que se aprecian las palabras latinas escogidas como lema episcopal: “In Illo uno unum”. Estas palabras provienen de un sermón de San Agustín (Enarrationes Salmo 127) y son una abreviatura de la afirmación de Agustín: NOS MULTI in illo UNO UNUM: a pesar de que los cristianos somos muchos, “en el único Cristo somos todos UNO”. Monseñor Robert Prevost eligió este lema para afirmar que el Obispo está llamado a promover la auténtica unidad entre todas las personas, y que esta unidad sólo puede llegar a ser realidad cuando tenemos comunión en Cristo. Nuestra iglesia enseña que la Eucaristía es la “fuente y culmen” de la vida cristiana. La Eucaristía influye toda nuestra vida. Es la fuente que nos permite vivir el gran mandamiento de Cristo: amar a Dios completamente y a nuestro prójimo como a nosotros mismos. La Eucaristía nos lleva a una comunión más profunda con Dios y con nuestro prójimo. En su hermosa Exhortación sobre la Eucaristía, el Papa Benedicto XVI describió el nexo entre la comunión eucarística y la comunión de las personas. Escribió: “La comunión tiene siempre y de modo inseparable una connotación vertical y una horizontal: comunión con Dios y comunión con los hermanos y hermanas. Las dos dimensiones se encuentran misteriosamente en el don eucarístico. “Donde se destruye la comunión con Dios, que es comunión con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo, se destruye también la raíz y el manantial de la comunión con nosotros. Y donde no se vive la comunión con el Dios Trinitario”. (Benedicto XVI, Exhortación Apostólica Sacramentum Caritatis n.76). Todo aspecto de nuestra vida se redefine con un nuevo brillo y claridad, un nuevo significado y capacidad mediante la Eucaristía. Esta es la verdadera maravilla de la Eucaristía, que no solo nos transforma, sino que Cristo transforma también lo que hacemos en comunión con otros. En la Eucaristía vivimos una “nueva creación” en nuestra vida y de “todo el orden creado”. Cristo puede entrar a la cultura y crear una civilización, la que San Juan Pablo II y el Papa Benedicto XVI llamaron una “nueva civilización del amor”.